12 octubre 2012

Qué penita y qué dolor


Haciendo un ejercicio prospectivo, dime a la tarea de imaginar qué pasaría si todos fuéramos nihilistas.

1) Por definición, no pasaría nada.
2) Ergo, esta tarea prospectiva sería una idiotez.

Como con esta vía de pensamiento no llegaba muy lejos y hoy tocaba dar un repaso a la bitácora, imaginaremos también que la conclusión b) anterior no hace al caso. Total, siendo nihilistas, ¿qué puede importarnos? Así que continuaré como si tal.

3) Nuestra infancia transcurriría en completa paz y alegría porque nadie nos haría ni puto caso y podríamos hacer lo que se nos viniera en gana sin que un mayor, que son unos aguafiestas, nos viniera a molestar con estupideces como poner la mesa o sonarnos los mocos.
4) Nuestra vida sería descomplicada. Nos comeríamos las centollas que anhelamos, besaríamos a las chicas que deseamos, diríamos la verdad o la mentira. Es lo que tiene ser un don nadie: que no hay nada de qué arrepentirse.
5) Mandaríamos a los dioses a la mierda. ¿En qué cabeza cabría un dios creador de nadas o nadies? ¡Vaya papafrita de creador! Sería mucho mejor emplear el tiempo religioso en besar a las chicas. Véase el punto anterior.
6) No habría estatuas, solo peanas vacías. Para decorar, ya saben.
7) Todos iríamos a trabajar, pero como no seríamos nadie, nadie tendría que trabajar. ¡Es mi sueño dorado!
8) Cuando nuestra chica (o chico, asegún) estuviera de morros y le preguntáramos qué demoños le pasa, contestaría "nada" y jamás se arreglarían los problemas hasta que nos picaran los genitales, momento en que no habría pasado nada y cogeríamos como siempre.
9) Todo nos parecería bien. Cuando nada se tiene o nada se es, cualquier atisbo de esencia convierte al sujeto en un ente inabarcable. Esto lo dirían, sobre todo, los argentinos nihilistas y los demás diríamos: "¡Oh!"
 10) Al morir, no pasaría nada y cuando a nuestros deudos les dijeran aquello de "hay que ver, no somos nadie", tales deudos mirarían al apesadumbrado con cara de "¿Pero estás gilipollas? Pues claro que no somos nadie, coño. ¿Tú quién te has creído que eres?"

Y eso es todo lo que tengo que decir en París, el día de nuestra señora del Pilar, por la tarde.

Mus

15 septiembre 2012

Canción al amor diferente

Cada vez que veo tu fotografía
descubro algo nuevo
que antes no veía,
y me haces sufrir
como nunca creí.

Siempre te he mirado
indiferente,
eras tan solo un botijo,
y de repente
lo eres todo,
todo para mí:
mi principio y mi fin.

En Madrid, el día de Rolando de Medici (beato) por la tarde.

Mus

10 septiembre 2012

Eclesiogenia

Un día, sin firmar un documento ni mediar un previo aviso, sin comerlo ni beberlo, llegó al mundo una energía del firmamento estelar.

Algunos que la vieron llegar sostenían que tenía forma de bocadito de nata, pero otros afirmaban que sin duda alguna era más parecida a un alfajor de dulce de leche y no faltó quien los menospreciara a todos y zanjara el asunto exclamando que la energía tenía más bien morfología de trufa de chocolate pero con un como cosito en el lateral (o en la parte de atrás, según el relato de algunos de estos últimos, pero que tampoco estaban seguros). Aunque en Marte la vieron llegar también, con la impresión se quedaron mudos y ya fue imposible obtener una sola explicación de ellos de los moradores de ese planeta. Una lástima.

Entonces la energía habló enérgicamente, comilfó, y dijo: "Oh, creyentes, aquí dejo mi verdad. Si, a ti también, el de la primera fila, el que se está metiendo el dedo en la nariz".

Y no pudiendo discutir razones tan apabullantes, la gente vio de verdad que en verdad habían visto la verdad. Sus corazones se regocijaron y abandonaron para siempre los postres y los mignardises y a partir de entonces solo comieron el primer plato y el segundo plato, y después pasaron directamente al café; salvo quienes estaban a dieta, que pasaron a comer solo el primer plato y el café (pero con endulzante hipocalórico).

Como necesitaban una liturgia y comer bocaditos de nata, alfajores o trufas de chocolate engorda mucho, decidieron optar por limpias y sahumerios y se dedicaron a ello con gran entusiasmo.

Así es como surgió la Iglesia de la (In)Ciensología: por el poder inmenso de la epifanía. Esta es la verdad, la única. Todos los rumores, insinuaciones y chismorreos sobre consumo de psicodislépticos u otros psicótropos por parte de quienes asistieron a aquella revelación deben tacharse de apócrifos, espurios, herejes. Bah.

En un pueblo de La Mancha, el día de santa Pulqueria (laica) cerca del mediodía.

Mus

04 septiembre 2012

Perder el tiempo con el amor

Llegué a la conclusión de que esto de amar es un negocio serio y se le debe dedicar tiempo de exégesis. Como desconozco por completo el tema, busqué y encontré algo que me encantó y quiero compartirlo. Procede de un artículo científico titulado: Romantic Beliefs and Myths in Spain. Barrón López de Roda A, Martínez-Iñigo D, de Paúl P, Yela C. Span J Psychol. 1999 May;2(1):64-73.

Como está en inglés y yo no tengo mucha idea de ese idioma, le pedí a un amiguete que me tradujera y disfruté leyendo este cacho sobre los mitos del amor.

  1. Mito de la equivalencia. El amor entendido imperativamente como un intenso apasionamiento, como “estar enamorado”, de modo que si alguien no siente el mismo apasionamiento que los primeros días significa que no ama de verdad a su pareja y por lo tanto debe poner fin a la relación.
  2. Mito de la media naranja. La creencia de que, de alguna manera, todas las personas tienen a alguien para quien están predestinadas.
  3. Mito de la exclusividad (del enamoramiento). Supone que es imposible estar enamorado de dos personas al mismo tiempo.
  4. Mito del apasionamiento eterno. La creencia de que, si es real, el intenso apasionamiento de los primeros momentos durará (o debiera durar) para siempre.
  5. Mito de la omnipotencia (el amor lo puede todo). Implica que confiar en el amor auténtico sorteará y superará cualquier obstáculo.
  6. Mito de la fidelidad. En su concepción más extrema, supone que si alguien está verdaderamente enamorado le será sexualmente fiel a su pareja (lo que a su vez implica que si uno no es fiel es que no ama de verdad a su pareja).
  7. Mito del matrimonio. Considera que el amor (es decir, el enamoramiento o apasionamiento) es el único motivo auténtico para casarse.
  8. Mito de la pareja. Se afirma que la relación en pareja es inherente al ser humano.
El artículo describe un estudio en el que los autores preguntaban a la gente hasta qué punto estaba de acuerdo con cada uno de estos conceptos. Supongo que no les diría que eran mitos, claro.

Y... ¿son mitos o son cosas auténticas, reales, consustanciales, imbricadas por nacimiento en nuestra vida? Si lo son, somos unos hachas; si no lo son... si no lo son, quizá estemos perdiendo el tiempo miserablemente.

En un pueblo de La Mancha, el día de san Moisés (profeta) por la tarde.

Mus

24 agosto 2012

La Subbética cordobesa

Zuheros es un pueblo enrocado, literalmente, desde el cual se divisan colinas interminables de olivares trazados con tiralíneas.

Los muros de sus casas son tan blancos que cuando llegas bajo el sol veraniego te preguntas cómo hacen las retinas de sus habitantes para resistir la agresión de tantos fotones. Luego, cuando ves que los tales habitantes solo salen a la caída de la tarde, te lo explicas todo.

A unos kilómetros está Doña Mencía, y se me ocurre que un pueblo con un nombre como Zuheros y cuya población vecina tiene un nombre como Doña Mencía no puede ser mal sitio para vivir. Ni para tener relaciones sexuales con penetración (por ejemplo), aunque esto es más complicado para cualquier Mus y, en cualquier caso, carece de relación alguna con la toponimia.

En este breve párrafo se ve la utilidad de usar las mayúsculas cuando se debe, y no antes ni después. "Doña" con mayúsculas indica nombre propio y apunta a una población, mientras que si una Mencía viviera a unos kilómetros de Zuheros, la trataría con el merecido respeto llamándola "doña Mencía".

Qué idiotez de argumento para demostrar pedantería, ¿no? Pues por eso mismo me largo a cenar.

En Zuheros, el día de san Bartolomé (apostol) por la noche.

Mus

25 mayo 2012

Aclaración cultural

Luego resulta que hay quien se cree que poner palabras desacostumbradas tiene relación con la cultura, con haber leído mucho o algo así.

¡No, hombre, no!

Es mucho más sencillo que eso. Tú quieres decir algo pero dártelas de sofisticado, ¿no? Pues agarras la palabra que quieres usar, la buscas en un diccionario de sinónimos y te salen un chorro de palabras que jamás usarías con el panadero pero que te hacen parecer un nóbel.

Quieres contarle a alguien que tal o cual circunstancia es un asco, una puta mierda, pero te choca parecer zafio; así que vas al diccionario de sinónimos y enseguida te pones en disposición de usar execrable, ominoso, vitando y lindezas por el estilo. Ay, pendejito, ¡que no habías pensado las cosas bien!

Después te olvidas de ellas y jamás vuelves a usarlas. ¿Para qué? Quizá ni siquiera te acuerdes de su significado. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de coger, ¿no? Lo que tú en verdad anhelas es propiciar un ayuntamiento carnal con tal o con pascual, sueñas con la posibilidad de echarle un polvo a esa víctima inocente que pasea por tus pupilas, ¿no? Es normal, no hay problema; es lo que hace todo el mundo, tranquilo. ¡Pero entonces para qué te sirve acordarte del significado de las palabras!

Nada, olvídate de las palabras y reserva la lengua para otros usos más sensatos. Ahí sí no tendrás defensa y o la usas con arte o te vas al pasto sin remedio.

O regalas vibradores, que también es una opción. Con pilas, siempre con pilas.

En Puebla, el día de san Aldelmo (obispo) por la noche.

Mus

23 mayo 2012

Una religión diferente


Una amiga ha puesto un negocio funerario y anda la mujer a la búsqueda y captura de proveedores de ataúdes, cirios, candelabros y demás parafernalia. Hoy le vi una foto, tan contenta con un crucifijo para su útil negocio.

Y claro, pensé. Porque para eso tengo la neurona: para pensar. Aunque esté triste y sola en el espacio intracraneano. Pensar... y me salió esto.

Se me ocurrió que si en lugar de crucificar a Jesús de Nazaret lo hubieran electrocutado en una silla eléctrica, como al angelote negro ese de The Green Mile (no sé cómo la tradujeron al español) se iba a ver extrañísimo que la gente llevara una silla eléctrica colgando al cuello como amuleto protector o ver a un capellán al frente de una procesión, silla eléctrica en alto.

Naturalmente, no quiero pensar qué habría sido de Nikola Tesla o Alessandro Volta. Quizá los habrían tenido por apóstoles, aunque fueran un punto traidorzuelos, como el Judas ese (hasta el nombre da miedo, ¿verdad? Judas. Uf, ¡qué escalofríos me dan solo de escribirlo!), pero diría que más bien habrían sido unos apestados y habrían acabado fritos bajo el argumento de que quien a amperio mata, a amperio muere. O algo así.

La neurona siguió su peregrinar ocioso y me imaginé de todo: hogueras, horcas, fusiles, espadas y cuchillos, potros de tortura, granadas de mano... Todo ello en nuestros cuellos, nuestras casas, colgando de nuestros retrovisores (el de dentro del auto, no los de los lados, porque saldrían volando o repiquetearían contra el cristal y sería molesto), ¡sobre nuestros sarcófagos!

¿Tendríamos La Silla Eléctrica Roja atendiendo a los necesitados de todo el mundo? ¿La Soga Roja? ¿el Fusil Rojo? Uf... Ya, ya sé que la cruz de la Cruz Roja no procede de la cruz cristiana, pero es que me servía bien para mi pequeña reflexión. Licencia de bitacorista, llámenlo; o de imbécil, si gustan.

¿Y si lo hubieran dejado morir de hambre? Eso sería un problema. ¿Se veneraría a un salchichón? ¿A un cacho de pan? ¿A un lebrillo vacío? ¿Sería las anoréxicas santas o por el contrario lo serían los obesos? ¿Se pronunciaría una oración antes de las comidas en recuerdo de Jesús o sería más bien en recuerdo del propio acto de alimentarse?

Un lío tremendo, como puede verse. Al cabo llegué a la conclusión de que menos mal que lo habían crucificado, porque todo lo demás no resulta nada práctico e incluso desde el punto de vista del diseño es más conveniente un par de trazos perpendiculares como ese.

Eso sí: elegir la música de hoy no me costó ni dos segundos.

Tengo hambre. A ver si me voy a cenar, que me dio hambre este proceso mental que acabo de contarles.

En Puebla, el día de san Juan Bautista de Rossi (presbítero) por la noche.

Mus

20 mayo 2012

Relativismo lítico



Hoy intentaba conciliar el sueño y no podía porque me lo impedía la musiquilla de El rey, la famosa canción mexicana. Ya saben, "una piedra en el camino/me enseñó que mi destino" y tal. Cada cual tiene sus cosas, y yo tengo esta de no poder dormirme por una estupidez así.

De pronto, se me ocurrió que la piedra en el camino del cantante era, etimológicamente... un monolito. Fui al DRAE y dice que un monolito es un "monumento de piedra de una sola pieza". Es muy de agradecer que según ese diccionario el tamaño no importe, sino solo el carácter monumental. Esa humilde y vulgar piedra que nos sale al paso (y que me impide dormir) no es un monolito... pero basta agarrarla y ponerla en una glorieta o redondel, sobre una inscripción que diga cualquier cosa, y la habremos convertido en monolito. El ascenso de categoría es evidente.

Propondría que el próximo monolito de estos se dedicara a los insomnes que en el mundo han sido. O a los idiotas, que habemos muchos y nadie nunca nos reconoció la indudable importancia social que tenemos.

Mañana dedicaré parte del día a cabecear por no haber descansado bien, gracias en parte a las canciones, las piedras y esta cosa que escribo, pero espero que al menos me dé tiempo a cavilar sobre si una estatua (cualquier venus manca, por ejemplo) es también un monolito. Si llego a una decisión, la publicaré, que no quiero yo correr el riesgo de que nadie pierda el sueño por una incertidumbre de estas.

En Puebla, el día de san Austregisilo (obispo) por la noche, a punto de darle vuelta al calendario.

Mus

19 mayo 2012

Menudo panorama

Hoy, sin saber por qué, escribí esto:

Quieres ver tu patria
pero te quedas en ella
Quieres ver los campos
pero te quedas en tierra
Quieres ver la realidad
pero huyes de lo absurdo
Quieres conquistarme
pero te arrimas a mí
Quieres comer manís
pero ni miras las flores
Hija de puta.

Somos un desastre

¿Echamos un polvo?
Un rapidín, un par
de horas a lo sumo
Seis mamadas o mil
que tengo que ir
por incienso, divina,
y envolverte de
sahumerios y sudores
de gritos y frenesí.
Hija de puta.


Lo peor no es que no sepa por qué, sino que no sé qué significa y ni siquiera puedo echarle la culpa al incumplimiento terapéutico porque llevo quince años tomándome religiosamente las pastillas de lo mío.

Concluyo que escribir me está afectando la neurona. Ya no vibra con la misma intensidad y, a veces, mi cabeza parece emitir un humo cuyo aroma recuerda sospechosamente al de la mariguana.  ¿Será que mi neurona le da al cánabis y nunca me enteré? Quizá sea nomás que patina contra la zapata, cansada de su solitud intracraneana, del aburrimiento, del síndrome del hijo único. Siempre le di todo lo que quiso y ahora se enfurruña cuando no consigue lo que quiere.

Es la edad, neurona mía, no me lo tengas en cuenta, no te lo tomes a mal. Ya no puedo darte todo como antes.

Oh, triste sino el de quien ha de lidiar con su neurona singular porque esta llega a los caprichos de la adolescencia siendo él ya viejo. Oh.

En la ciudad de Puebla, el día de san Adolfo de Arras (obispo), al mediodía.

Mus

P. D. Si no se entiende nada, ni modo. ¡Yo más no puedo hacer!

11 mayo 2012

Viernes: el segundo beso

Los segundos labios que besé —oh, bendita misericordia que demostró la dama— estaban plantados en el lugar previsible del rostro tostado por los rigores del sol de una muchacha manchega a la cual llamaré Viernes en honor al día de nuestro encuentro labial.

Si el aburrimiento aún no se los llevó a otros lugares más concurridos y animados, quizá recuerden ustedes que a la primera mujer que me regaló sus labios le di un beso. Con disciplina y orden germánico, a Viernes le di dos.

Fue en la discoteca del pueblo. Ya saben que antaño estaba la zona de tragos, la zona de bailar, la zona de mironear y la zona de darse el lote indisimuladamente. Conocida la chica como era, quién sabe cómo se me ocurrió la idea de sugerirle que, copa en mano, subiéramos al gallinero citado. ¡Se supone que yo no tenía arrestos para hacer esas propuestas! Quizá estuviera desinhibido por el alcohol (en aquel entonces mi bebida era, ¡pásmense!, el anis con piña). Lo cierto e histórico es que allá fuimos.

Desconozco cómo besa ahora la gente, pero por aquella época uno se dedicaba con mucho ímpetu a la tarea y los labios parecían no querer despegarse nunca: lengüetazo va, lengüetazo viene; que si te arreo un mordisquito; que si ahora te intento tocar un seno; que por qué demoños no te avienes a la razón de mis dedos; que si ahora beso de piquito, que si... en fin, no quiero aburrirlos. Sin saberse muy bien cómo ni a resultas de qué, uno cesaba el contacto labial media hora después y alargaba con flema británica la mano hacia el trago, y no tenía la más mínima idea de qué palabras mascullar. Hoy sé que, en realidad, uno no sabía realmente qué hacía allá, aparte de dar rienda suelta a los instintos y alcanzar hitos del desarrollo sexual: besar, tocar, sentir, etc., y después contárselo a los amigos, naturalmente.

Como decía, hubo dos besos. Largos, pero dos.

La muchacha era la hija de un amigo íntimo de mi padre y, con la inconsciencia que aún hoy me caracteriza, no se me ocurrió idea más noble y loca que acompañarla a su casa, y a ella no se le ocurrió otra cosa que dejarse acompañar. Cuando llegamos allá rayando las once, su padre estaba sentado en un serijo, a la fresca, y enarcó las cejas visiblemente al vernos llegar tan amistosamente. Y yo, idiota hasta lo indecible, me despedí de la muchacha con un leve, pero apreciable, palmeteo en la nalga. En las narices de su hipermachista papá.

Cuando regresaba a casa notaba que por algún motivo me dolía mucho el carné de padre, y ni siquiera sabía por qué. Siempre estuve en la inopia, qué le vamos a hacer.

Al día siguiente, mi padre me llamó a capítulo y me espetó, terminante:

—Mus, haz el favor de dejar a la chica de Fulano en paz.
—¡Pero si no ha pasado nada, papá! —fue lo único que acerté a inventarme sobre la marcha.
—Bueno, pues eso: que la dejes en paz.

Y así terminó mi incipiente historia de besos con Viernes y mis esperanzas de proseguir la carrera hacia el éxito presexual y quién sabe si declaradamente rijoso.

Aún hoy recuerdo los sofas rojos de la discoteca y me pregunto qué habrá sido de aquella mujer. Su padre no era en absoluto un tipo fácil de tratar.

Hoy también es viernes, y pensé que podría dedicarle un recuerdo a ella desde la ciudad de Puebla, el día de san Ceferino Namuncurá (beato) por la noche.

Mus

27 abril 2012

¿Seré capaz...

...de volver a escribir?

Empieza una vida nueva; es decir, otra nueva vida nueva. Una más. Vuelta al camino.

En San Salvador, el día de santa Zita de Lucca (virgen) por la noche.

Mus

P. D. Esta es la entrada que hace el número 300. ¡Olé!

04 octubre 2011

Cosas de la edad

—Soy viejo.
—Y... dejate de joder, Mus. ¿A qué viene eso ahora?
—A que no sé qué demoños es un hashtag. Me suena a día del porro en alemán, pero seguro que no va por ahí.
—Ah, pues sí, sos viejo.
—En realidad, no soy viejo: estoy decrépito.
—Me matás, che. ¿Por qué lo decís?
—Porque me importa tres carajos lo que sea un hashtag.
—Ah, pues sí, estás decrépito.
—Ea.
—¿Querés que cojamos, a ver si se te pasa el hastío, o preferís que te lleve a un analista?
—No, cojamos. Total, quizá sea mi polvo postrero. Será una linda despedida de la actividad vital. ¿Me la puedes chupar primero un ratito?
—¡Andá a la mierrrrrrrda, Mus!

En Buenos Aires, el día de san Francisco de Asís (fundador de los franciscanos) por la tarde.

Mus

11 septiembre 2011

¿Dónde estabas, Mus?

El 11 de septiembre de 2001 estaba en Bruselas, a donde había acudido en un vuelo barato de Easyjet con la muy alevosa intención de mantener relaciones sexuales con una dama alemana casada.

Siguiendo el guion previsto y superados los temblores incontrolables iniciales de mi amante, que era la primera vez que le plantaba el cuerno a su esposo y estaba por ello presa de una crisis simpática (entiéndase adrenérgica, no afable) considerable, mantuvimos las relaciones sexuales programadas entre estruendosos rugidos y gemidos femeninos, que recuerdo bien que me descolocaron casi tanto como la primera vista de sus abundantes senos.

Tras los dos minutos de sexo de rigor (aquel día estuve más lento y me extendí de los 45 segundos de costumbre), prendí la tele y haciendo zapin me topé con el telediario de la 1 emitido por TVE Internacional, el cual vi comenzar desde el mismo principio. Recuerdo que solo se veía la primera torre en llamas y los comentarios torpones y dubitativos de los locutores. El impacto del segundo avión no lo vi (quién sabe dónde estaría mirando en esos segundos), pero recuerdo que cuando volví a mirar el televisor y vi que la segunda torre ardía también exclamé: "Eh, ¡esa torre no estaba ardiendo antes!".

Conforme pasaban los minutos e iban surgiendo más noticias, solo recuerdo que le repetía a mi partener que este suceso iba a cambiar el mundo tal como lo conocíamos, y me temo que así ha sido.

No recuerdo si volvimos a ayuntarnos ni nada en aquel hotel. A partir de esos momentos, la principal preocupación fue ver si íbamos a poder salir en el vuelo de regreso, cada mochuelo a su olivo.

Desde el municipio de Acajutla recuerdo hoy lo que pasaba hace diez años, tal día como hoy, de san Adelfio de Luxeuil (abad) por la tarde.

Mus

02 agosto 2011

Seis años

Cuando Mus se disponía a cambiar los rigores fúmicos de la ciudad de México por los esplendores turquesa del Caribe mexicano, lo primero que pensó fue hacer un viaje de reconocimiento por Mérida y sus alrededores primero y por Cancún y sus alrededores después.

Quiso la mala fortuna que, justo para la fecha y hora en que estaba previsto que su avión aterrizara en el aeropuerto yucateco, un huracán denominado Emily tuviera también previsto pasar por exactamente dicho punto. Era una suerte de conjunción planetaria, aunque en modo de meteoro tifónico, a resultas de la cual tuve que aplazar unos días mi expedición preliminar.

Hoy leo en la güe del centro de huracanes gringo que cerca de las islas de Barlovento se formó una tormenta... Emily. Ya no me agarra allá porque, como con las amantes, las tormentas solo se tienen una vez y cuando pasan de largo es para siempre, desmenuzadas en lluvias, presiones y otros divertimentos eólicos.

El tiempo tiene maneras raras. Hace seis años de aquella tormenta y a mí me da la impresión de que hubieran pasado seiscientos. En cambio, apenas hace unos días se cumplieron veinte años desde mi egreso universitario y no siento que haya pasado tanto tiempo.

Estoy viejo.

En el municipio de Acajutla, el día de Nuestra Señora de los Ángeles, por la noche.

Mus

24 julio 2011

Nostalgia del pudor

Es interesante ver hasta qué punto varían las consideraciones de intimidad.

Yo me paso el día en pelotas, o casi, y no me causa el menor problema desnudarme ante nadie. Sin embargo, considero una impudicia la expresión pública de la fe religiosa. No me refiero a llevar un símbolo externo, sino a estar excretando por Facebook la plegaria diaria o a plantarse en una vía pública a soltar por los altoparlantes un rosario completito frente a la morada de personas inocentes, personas que nada hicieron para merecerse tal castigo.

Si a ti no te importa mi culo y consideras que es una parte íntima mía que no tienes por qué ver, ¿por qué coño debo pensar yo que tu relación con la divinidad es materia pública? Si no dirijo mi cañón de proyección al muro albo de la parroquia para plantar ahí mis películas pornográficas, ¿por qué demoños no se abstiene la parroquia de emitir sus liturgias a los cuatro vientos para torturarme con sus imbecilidades?

Además todo el mundo sabe que el único dios es el Mondesvol y la salsa carbonara es su profeta.

En San Vicente, el día de san Antonio Torriani (beato) por la mañana.

Mus